Introducción
Este artículo es un extracto de
la conferencia que pronuncié en 2008 en unas jornadas sobre novela histórica
celebradas en la Universidad Autónoma de Madrid.
Santiago de Compostela
Catedral de Santiago de
Compostela
Dos ciudades hispanas tienen un
cierto protagonismo en la obra de Ken Follet: Santiago de Compostela y Toledo.
La primera como uno de los centros neurálgicos de las peregrinaciones medievales;
la castellana como ejemplo de ciudad en la que confluyen las tres religiones
que cohabitaban en la época en la península Ibérica.
Compostela fue en época medieval,
junto a Roma y Jerusalén, uno de los grandes receptores de peregrinos. El
nacimiento del culto a Santiago data del siglo IX. En torno al año 800, un
eremita de nombre Pelayo observó una serie de fenómenos luminosos, puso el
hecho en conocimiento de Teodomiro, obispo de Iria Flavia. El obispo visitó el
lugar indicado por el eremita y certificó que allí descansaban los restos
mortales del apóstol.
Camino de Santiago
El espaldarazo internacional se
lo dio el papa León III, que fue el encargado de propagar la noticia a toda la
cristiandad. También jugaron un papel importante en la expansión del culto
jacobeo, por un lado la institución del jubileo por parte del papa Calixto II
que, a partir de 1122, alentó en gran medida la peregrinación, y por el otro el
apoyo incondicional de la orden de Cluny (1) que a través de los numerosos
monasterios cluniacenses que jalonaban el camino, ayudó a la expansión del
culto.
El punto álgido del culto
medieval habría que situarlo en el siglo XII. Se calcula que entre 200.000 y
500.000 peregrinos acudían anualmente a visitar la tumba del apóstol. A partir
de la Reforma comienza a decaer la peregrinación jacobea -los protestantes
consideran que las peregrinaciones no tienen ningún sentido y carecen de
validez espiritual-.
Son diversos los factores que
incitan al culto a Santiago: religiosos, culturales, políticos y militares -
Santiago adalid de las tropas cristianas en su lucha contra los musulmanes-.
Santiago «Matamoros»
Otros motivos eran la búsqueda de
un milagro al estar en contacto con el santo, la curación de una enfermedad, el
voto realizado por un favor recibido de origen divino, el cumplimiento de una
penitencia -que podía ser de carácter religioso o por una sentencia judicial
(2)-, y por supuesto, la remisión de los pecados cometidos. Entre los
peregrinos también existían numerosos profesionales que realizaban la
peregrinación por encargo de otra persona.
A Santiago llegaban peregrinos de
todos los países del mundo católico - la cristiandad oriental se mantuvo
alejada al tener ella sus propios centros de peregrinación-. Dentro de la
amalgama de viajeros europeos destacan los provenientes de las islas
británicas. El Codex Calixtinus menciona, entre las nacionalidades de los
peregrinos, a gentes provenientes de Escocia, País de Gales, Irlanda e
Inglaterra.
Codex Calistinus (siglo XII)
Con la imposición en suelo
francés de la dinastía de los Plantagenet -mediados del siglo XII- se asentaron
las rutas que llevaban a Compostela, tanto por vía marítima como terrestre.
La mayoría de los peregrinos
ingleses que partían de las islas solían ir a Santiago por vía marítima -en
contra de lo que hacen los protagonistas de la novela: Jack y Aliena-. Solían
tener como punto de partida los puertos ingleses de Bristol, Plymouth y
Yarmouth, llegando al puerto de La Coruña para desde allí proseguir el camino
por vía terrestre hasta llegar a la ciudad jacobea. El trayecto por mar evitaba
el largo, costoso y peligroso viaje terrestre que atravesaba toda Francia y
todo el norte peninsular hasta alcanzar la ciudad compostelana. No obstante
había viajeros que preferían la ruta terrestre.
Ken Follet demuestra haberse
documentado bien al señalar algunos de los puntos por los que transcurría la
ruta francesa. Efectivamente, los peregrinos desembarcaban en las costas
normandas; en París tomaban la ruta Turonensis (3), entraban en España
por Roncesvalles siguiendo el denominado «camino francés»
Hubo notables peregrinos
provenientes de las islas británicas, cabe mencionar a Walter Gifford, señor de
Longueville -hacia 1064-, August de la Haye -entre 1093 y 1120-, Richard
Mauleverer de Yorkshire -hacia 1105-. Pero sin duda la peregrinación más
renombrada fue la que realizó la princesa Matilde en 1125. Matilde era hija de
Enrique I de Inglaterra y viuda del emperador Enrique V de Alemania. Algunas
fuentes dicen que la princesa fue obsequiada con una mano del apóstol, reliquia
que la princesa llevó consigo a Inglaterra.
Matilde de Inglaterra
El camino a Santiago no estaba
exento de peligros y penalidades. Las duras condiciones en que debían viajar
los peregrinos afrontando las inclemencias del tiempo, las enfermedades, los
asaltos de bandidos, etc., hacían imprescindible que existieran centros donde
se les prestara ayuda. Para cubrir esta necesidad de apoyo al peregrino surgen
numerosos hospitales y albergues. Los primeros hospitales fueron fundados por
monjes cluniacenses -incluso en los casos en la que la fundación se debía a un
laico, al poco tiempo pasaban a ser dirigidos por los monjes-; en el camino se
pueden contabilizar en torno al centenar de hospitales.
La ruta jacobea tuvo importantes
consecuencias socio-económicas a lo largo de su recorrido: reactivación de la
vida comercial, sobre todo por la actuación de mercaderes ultrapirenaicos,
aumento demográfico con el asentamiento de nuevas gentes, edificación de
hospitales, construcción o renovación de puentes, calzadas, etc. Otro efecto
fue el crecimiento de muchas poblaciones, hasta entonces de poca significación,
que alcanzan el rango de ciudades, es el caso de Logroño, Santo Domingo de la
Calzada, Sahagún, Jaca, entre otras muchas.
Al ser el protagonista de la obra
de Follet un cantero no podemos dejar pasar por alto la labor constructiva que
se llevó a cabo en el camino de Santiago (4). Seguramente de habérselo
propuesto, el joven cantero inglés no habría tenido problemas para encontrar
trabajo. En la época en que se desarrolla la obra de Follet en Santiago se
estaban construyendo la catedral, un hospital y un acueducto. Aymerico Picaud
en su obra Guía del Peregrino (5) nombra a algunos de los constructores que
realizaban obras en la ruta: Andrés, Rogelio, Alvito, Fortus, etc., todos ellos
en la zona gallego-leonesa.
Pero de entre todos los
constructores del Camino destacan dos: Domingo (m. 1109) que era un eremita que
habitaba a orillas del río Oja se dedicó a realizar diversas obras para la
mejora del camino que llevaba a la ciudad del apóstol. Creó una vía entre
Nájera y redecilla, construyó y rehabilitó un puente sobre el río antes
mencionado. Toda esta labor constructora hizo que su canonización se le
concediera como santo Domingo de la Calzada.
El otro es un discípulo del
anterior: Juan de Quintanaortuño (1080-1163) que continúo la labor de Santo
Domingo construyendo un albergue y una iglesia, asimismo remodeló la ruta
aclarando el bosque de los Montes de Oca, también se le atribuye la
construcción de varios puentes entre Logroño y Atapuerca.
No podemos terminar nuestro
recorrido por el Camino de Santiago sin mencionar a los juglares - a quienes
deseaba encontrar Jack para recabar noticias sobre su padre-. Está documentado
que había juglares que se ganaban la vida a lo largo del camino jacobeo, estos
iban en busca de algún rey o señor que les cobijara en su corte y les
permitiera ganarse el sustento. El desarrollo de la lírica trovadoresca durante
los siglos XII y XIII ayudó a que aumentara el número de estos cantores de
gestas y romances.
Juglar (imagen de las Cantigas)
Notas
(1) Follet hace mención a este
hecho
(2) Con el auge de la
peregrinación muchas sentencias civiles condenaban al reo a realizar una
peregrinación a un determinado lugar.
(3) Se denomina así porque uno de
sus principales puntos era la ciudad de Tours, como apunta Follet.
(4) Algún historiador ha
calificado esta actividad constructiva -entre el año 1000 y el 1300- de febril-
(5) Inserta en el Codex
Calistinus
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