jueves, 24 de mayo de 2012

Ciudades de al-Andalus II

LA ESTRUCTURA URBANA


   Las ciudades musulmanas carecían de estatuto jurídico; el Islam sólo reconoce la comunidad de creyentes. Nada dice la ley islámica acerca de la reglamentación de las construcciones, sus emplazamientos, características, como tampoco del trazado urbanístico.Eso no quiere decir que las medinas andalusíes fueran una total anarquía urbanística; por ejemplo, la vía pública se puede utilizar para agrandar una construcción siempre que se respete el derecho de paso de los ciudadanos; está prohibido instalar hornos en la calle, por miedo al fuego y a que el humo pueda molestar a los vecinos; los voladizos de las calles tienen que tener una altura determinada -suficiente para que pase un jinete con su caballo-, etc.

   La ciudad de al-Andalus no es siempre una masa abigarrada de casas construidas sin ningún criterio urbanístico, hay espacios intramuros no construidos que pueden tener diversas utilizaciones. Esta visión negativa que se suele tener -en términos urbanísticos- de la ciudad musulmana es fácilmente rebatible con multitud de ejemplos. Saltés se organiza según líneas casi octogonales, las calles de Pechina y Cieza son rectilíneas, bien trazadas, y las casas se alinean cuidadosamente, Medina Azahara presenta calles de trazado muy regular, si bien es cierto que en ocasiones el posterior crecimiento ofrece un paisaje de trazado un tanto irregular.

  En definitiva se puede decir que la ciudad musulmana se estructura con total coherencia, pese a su formación,en ocasiones espontánea, o su deseo de preservar la privacidad de la vivienda. Sí es una característica de la ciudad musulmana su fragmentación y la clara diferenciación de distintas áreas:

  • Áreas de estamentos administrativos, centros religiosos-intelectuales, alcaicerías, alhóndigas y zocos.
  • Áreas de habitación
  • Arrabales
  • Vega y alrededores de la ciudad
   El espacio intramuros se articula en torno a la alcazaba, que suele ocupar el espacio más elevado de le medina. La medina en si se desarrolla alrededor de la mezquita aljama, que marca el centro de la vida social, económica y religiosa. Los barrios comerciales se organizan en zocos, y se sitúan alejados de los barrios de residencia. Extramuros se encuentran los arrabales, en ocasiones protegidos por murallas independientes. Fuera del recinto también se encuentran la musallá, la masura, los mun (residencias de recreo) y algunos cementerios.

Las calles

calle de Córdoba
Tanto en las ciudades de origen romano como en las fundaciones musulmanas existe un sistema viario jerarquizado. Las vías principales son transversales, generalmente comunican las entradas más frecuentes. En estas vías, de intensa circulación, suele encontrarse la mezquita, la alcaicería y los zocos más importantes.

Esta jerarquización vial se observa perfectamente en Córdoba, Sevilla, o la Alhambra granadina, en donde tres calles principales articulan la red viaria. De estas vías principales partían otras más angostas, de las que partían a su vez numerosos callejones ciegos: estos callejones ciegos son los conocidos como adarves. Estas pequeñas calles y adarves tenían frecuentemente arquillos transversales que generalmente servían para asegurar las puertas de cierre de los barrios residenciales.
   Esta angostura y sinuosidad de las calles de las zonas residenciales servía tanto para proteger la privacidad, tan importante para la sociedad islámica, como para asegurar una buena defensa.

Adarve cordobés
Los barrios

   Los barrios residenciales, de muy desigual extensión, algunos de tan solo una calle; se encuentran en el interior del recinto urbano y diferenciados de los espacios de tránsito público. El acceso a las viviendas se realiza a través de adarves o azucaques (calle o callejón estrecho sin salida) que desembocan en otras vías más importantes y en pequeñas plazoletas.
Barrio residencial: 1) calle de acceso, 2) vías principales, 3) Mezquita de barrio, 4) Mercader o barbero, 5) Baño, 6) horno

 Estos barrios solían estar dotados de todos lo servicios públicos necesarios: mezquitas, baño, barbería, tienda de alimentos, horno, etc. 

  Una característica importante de la ciudad musulmana es la segregación de los habitantes en barrios. esta segregación podía deberse a muy distintos motivos:

  • Creencias religiosas: Mozárabes, estos barrios suelen reconocerse por la presencia de una iglesia; Judíos, más claramente diferenciados de los cristianos, solían disponer de sus aljamas lindando con las murallas.
  • Lugar de origen o tribu:Barrio de los Gomeres (Gumará) o de los Zenetes (Zanata) em Granada; barrio de los Cinela (Sin-háyá) en Zaragoza.
  • Actividad profesional: Funcionarios de la corte (al zayáyla) en Córdoba, mercaderes de higos (al-tayyamin) en Málaga, o de los halconeros (al-bayyazin) en Granada.
  • Enfermedad: Leprosos, en Granada
  • Mujeres públicas: Rabat al-qihab, en Alhama de Granada.
   También diferenciaban los barrios la suntuosidad de las casas, mientras que en unos se encontraban mansiones de cierta entidad, había otros barrios de viviendas muy modestas.

   Mención aparte merecen los arrabales. Estos han venido considerándose como fenómenos periurbanos, aunque hay autores, como Mikel Espalza (Espacios y sus funciones en la ciudad árabe, en La ciudad islámica, Zaragoza, 1991), que consideran al arrabal como un fenómeno totalmente urbano, ya que tienen una muralla como las medinas, poseen casi todos los espacios de una ciudad con sus respectivas funciones -mezquitas, zocos, baños, alhóndigas, etc.-. Por otro lado compartían con la medina la dependencia política, militar y judicial.

  Aún cuando los arrabales aparecen como consecuencia del crecimiento urbano y suelen instalarse extramuros, muchos acaban integrándose en la propia medina, es el caso de Ibiza; aunque otros se hallen a cierta distancia de la ciudad como el arrabal córdobes de Secunda o el de la Macarena en Sevilla. El número de arrabales de cada ciudad era muy diferente, dependiendo del mayor o menor crecimiento de la medina, así tenemos que Córdoba, en el siglo X, contaba con veinte arrabales, mientras que Sevilla no tenía más que tres.

 
  

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